Llegados a este momento, el horizonte no tenía límites, podía sentir aquella sirena que hacía que mi corazón sintiera algo especial, algo por el cual nunca antes había sentido.
Largos fueron los viajes, tan largos como el cabello que aquella criatura poseía, pero la tardanza tuvo su recompensa…
Más de varios segundos mantuvimos la mirada fija el uno con el otro, el espacio y tiempo no significaban nada, solo existía aquella sensación extraña.
Ella bajó de la roca y sin demora se puso a nadar mientras me hizo un gesto hermoso, un tiburón se la comió y fue al fondo de su pozo.
Llorando mi corazón estaba, volví con una espina clavada, pues aquella hermosa dama, en el fondo de ese escualo andaba...
Sentado y destrozado, intenté escribir un pareado…
domingo, febrero 17, 2008
Aquella Sirena que me dejó en pena.
Contado por Kuromao en 12:44 p. m.
Habitación: Historia de La Posada Del Viajero
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